La noche que llegué con Leo a casa fue de todas la más memorable. Leo era pequeñísimo, incluso la ropa de recién nacido le quedaba grande y ponerlo solo en la cuna me asustaba horrores. Le tocaba la carita y lo sentía frio, me parecía que se perdía en la cuna. Tampoco era una posibilidad dormir con él en la cama ¿y si lo aplastamos? ¿y si llora y no lo escucho? ¿y si no se despierta y me olvido de darle leche? Y así mil preguntas que ahora puedo responder súper fresca y con el fondo musical de “We are the champions”
- No vas a dormirte sobre tu bebé.
- Vas a escuchar hasta su respiración mientras duermes, olvídate del sueño profundo de antes.
- Él te avisará como relojito cada vez que necesite leche.
Eso sí, bajo ninguna circunstancia lo coloques boca abajo, siempre boca arriba, es la manera correcta en la que duermen los bebés los primeros meses hasta que solitos encuentran su posición y son lo suficientemente fuertes como para voltear su cabecita.
Volviendo al tema, esa noche no dormí nada me quede sentada con cara de loca con Leonardo en mis brazos ¡Que bestia! Como esa personita de 3 kilos había cambiado tanto mi vida. Los primeros días no me separaba de el para nada y me turnaba con mi esposo para dormir y que siempre alguien esté alerta viendo a Leonardo TODO EL TIEMPO 24/7. En el día no hacía nada más que estar sentada observándolo, alimentándolo, cambiándole pañales y es algo de lo que no me siento orgullosa por que se de muchas mamis que tienen que hacer mil cosas en el día y se las arreglan con él bebe.
!Mentí! Si me siento orgullosa porque esa semana comencé a entender a mí bebe, a conectarme con él y era lo que mi instinto de protección me decía que debía hacer. Hoy sé que hice lo correcto y lo haría mil veces solo para saber que mi chiquitito está bien.